
La huelga, que tendrá una duración de 62 horas, está generando graves problemas a millones de pasajeros. Hans-Joachim Kernchen, un dirigente del GDL, afirmó ayer que si Deutsche Bahn no accede a las exigencias del sindicato, "habrá un paro indefinido" que puede durar "hasta Navidad".
Un alto responsable de Deutsche Bahn replicó que la empresa no está "dispuesta a dejarse chantajear por un pequeño grupo de empleados" y reiteró la oferta de un incremento salarial de un máximo del 10% con el argumento de que no puede ir más allá de los acuerdos suscritos con otros sindicatos de la compañía.
COLAPSO
El conflicto, que desde julio ha pasado de la negociación a la confrontación, solo ha servido para beneficiar a las compañías de transporte terrestre, las líneas aéreas de vuelos baratos y a las empresas de alquiler de automóviles que han agotado todas sus disponibilidades.
El mayor flujo de camiones y vehículos privados terminó por colapsar varias autopistas, pese a que circulan unos dos tercios de los trenes, fundamentalmente los de alta velocidad (ICE), aunque con hasta una hora y media de retraso.
Las líneas regionales son las más afectadas: en el este del país, donde el sindicato de maquinistas está mejor establecido, solo circulan un 10% de los trenes, mientras que en el oeste funcionan el 50%. La huelga también ha repercutido con dureza en el transporte de mercancías, prácticamente paralizado en todo el país, lo que provoca daños que superan los 50 millones de euros diarios.
La huelga supone así un duro golpe para la economía alemana y sus sectores claves: la industria automovilística, la química y la siderúrgica. "Si finalmente se termina por bloquear los puertos, las pérdidas podrían elevase a unos 500 millones de euros al día", afirmaron representantes de la Federación de Empresas de Transporte y de Logística. Las autoridades del puerto de Hamburgo, el segundo más grande de Europa, indicaron ayer que ya están sintiendo el impacto de la huelga.
EN LA ENCRUCIJADA
El sindicato GDL, que cuenta con 30.000 afiliados, una cifra muy reducida en comparación con los gigantescos sindicatos alemanes que suman millones de afiliados, ha puesto así en la encrucijada a los ferrocarriles, a la economía y al Gobierno de Alemania.
El ministro de Transportes, Wolfgang Tiefensee, ante la gravedad que ha adquirido la huelga, aseguró que hará todo lo posible, desde la trastienda, "para que se lleven a cabo negociaciones". Hasta ahora, el Gobierno se ha negado a intervenir directamente en el conflicto entre un sindicato y Deutsche Bahn.
Fuente: www.elperiodico.com